Texto: Marcos 8:1-9
Los discípulos de Jesús debían de ser los
canales de la gracia divina para el pueblo que buscaba la ayuda de Dios.
En el texto de Marcos 8:1-9, vemos la
gracia de Dios ante una necesidad básica del ser humano, la alimentación. Previamente, el evangelista Marcos nos
describe que Jesús había alimentado a más de cinco mil personas de forma
milagrosa. Aunque fue un evento que benefició
a una multitud, Dios se interesa de las necesidades individuales en particular.
Las Escrituras detallan que Jesús tuvo
compasión de aquel pueblo que por tres días habían permanecido escuchando sus
enseñanzas en un lugar desértico y con escases de recursos alimenticios. Por definición, la compasión es un
sentimiento de tristeza que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a
aliviar, remediar o evitar su dolor o sufrimiento.
Jesús compartió sus sentimientos de
compasión con sus discípulos y tomó los escasos recursos que tenían el pueblo:
siete panes y unos pocos peces. Jesús
dio gracias por aquellos alimentos, los bendijo y los entregó a sus discípulos
para que lo repartieran al pueblo. De esta manera los discípulos se
convirtieron en canales de bendición de la gracia de Dios.
Para los discípulos aquella fue una
experiencia transformadora. De inicio,
los discípulos miraban aquella situación de escases de alimento con
preocupación más que con compasión. “¿De
dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?” (Marcos 8:4) Ellos estaban siendo realistas aunque aquella
percepción de la realidad bloqueaba la visión de la fe. Es decir, no podían percibir que Dios, quien alimentó
al pueblo de Israel por cuarenta años a través del desierto, también podría proveerles
alimentos en aquel lugar de las mismas condiciones, (desierto), a un pueblo con
necesidades similares, (carencia de alimentos) y aunque en número menor no
dejaban de ser muchos, (cuatro mil +)
Nuestros recursos, por muy escasos que
parezcan, tienen un potencial enorme cuando los ponemos en las manos de
Dios. Además, la fe nos lleva a visualizar
los hechos gloriosos de Dios por encima de la circunstancia de escases,
cualquiera que esa sea. Tenemos el privilegio
de ser canales de la gracia de Dios para la bendición de aquellos en necesidad.